Domingo 08 de
abril de 2012 | Publicado en edición impresa
Educación / Un debate
que da la razón a los chicos
Ponen en duda el valor de los deberes
En Europa y Estados Unidos, padres y especialistas
cuestionan la utilidad de la tarea escolar que los chicos deben hacer en el
hogar
SSiempre sucedió en todo el mundo: los niños odian los deberes.
Pero ahora, su utilidad en el proceso de enseñanza, por lo menos durante los
primeros años de la escuela primaria, está comenzando a ser puesta en duda por
los adultos: padres, académicos y educadores.
Los detractores de la tarea para el hogar argumentan, ante todo,
que aún no existe una investigación científica que avale beneficio alguno para
los deberes escolares en el proceso pedagógico.
En cambio, la lista de desventajas, afirman, es cada vez más
extensa, al igual que la cantidad de horas que los niños dedican en sus casas a
realizar los deberes.
Que son antipedagógicos; que causan conflictos en la familia y
acarrean retos y castigos; que los padres se ven obligados a ejercer de
profesores particulares; que desalientan a los niños en actividades como la
lectura y que aumentan las desigualdades entre los alumnos que cuentan con
ayuda familiar y los que no.
Entre otras, éstas fueron las razones expuestas en una protesta
colectiva que, desde la semana pasado, reúne a un grupo de padres franceses
agrupados en la Federación de Consejos de Padres de Alumnos de Francia (FCPE).
Como muestra de su hartazgo, ellos convocaron a una "huelga de
deberes" por dos semanas. Se quejan así de "los trabajos forzosos
fuera del horario lectivo". El paro, con comentarios risueños de por
medio, fue rechazado por el Ministerio de Educación francés, pero bastó para
reabrir la polémica en distintos países sobre la tarea para el hogar.
"La idea de que las tareas enseñan buenos hábitos de
trabajo o fortalecen la autodisciplina y la independencia es un mito
urbano", señaló Alfie Kohn, un educador norteamericano autor del libro El mito de las tareas escolares.
Por qué nuestros chicos reciben mucho de algo. Para Kohn, "la tarea no es de
ninguna utilidad para aquellos que no entienden lo que están haciendo", y
afirma que existen "un sinfín de evaluaciones que demuestran que son
muchos los chicos en ese grupo". El especialista, sin embargo, reconoce
que erradicar los deberes de la enseñanza escolar es un ideal imposible.
Entonces, propone como alternativa que, por lo menos, "se hagan en clase y
no en el hogar, con la supervisión y la guía de los maestros".
Con respecto a las desventajas de los deberes, Kohn agrega:
"Hay chicos que pierden el interés en el aprendizaje por el rechazo a
seguir trabajando otro turno después de salir de la escuela, y la tarea resta
tiempo a otras actividades recreativas, a la creatividad y a los momentos
dedicados al juego, en definitiva, a que sean chicos".
En el mismo sentido, la asociación mayoritaria de padres y
madres de alumnos en España comparte muchas de estas ideas y, en solidaridad
con la huelga de sus pares franceses, lanzó un comunicado de apoyo en el que
dicen estar trabajando en un planteo similar. "La escuela se ve obligada a
sobrecargar a niños y niñas de tareas que, en realidad, deberían haber
trabajado en la escuela", argumenta el comunicado.
Uno de los especialistas que más ha estudiado sobre la eficacia
de los deberes en el rendimiento escolar y la obtención de mejores notas es el
experto en educación y psicología social Harris Cooper, de la Universidad de
Duke, en Estados Unidos, que, al respecto, señaló en uno de sus ensayos:
"Los alumnos que hacen deberes parecen tener mejores resultados que los
que no, pero sólo en cantidades apropiadas a su desarrollo".
En el ámbito local, los expertos en educación e infancia
intentan evitar los extremos y aportar una cuota de equilibrio en el debate.
"Ni auspiciarlos ni prohibirlos, simplemente necesitamos
entender que la distribución de tiempos no puede alojar más presión sobre el
aprendizaje y la vida académica. Jornadas escolares muy prolongadas, seguidas
de actividades tan atractivas como comprimidas, dejan el día de los chicos sin
resto", dijo a LA NACION Susana Mauer, psicoanalista de la Asociación
Psicoanalista Buenos Aires (Apdeba) y especialista en niñez y adolescencia.
Desafiada por la pregunta en torno a la conveniencia o no de dar
a los niños tarea escolar para la casa, Mauer invitó a realizar un cálculo
matemático. "Propongo a los padres hacer una cuenta matemática. Si
coincidimos en que un niño menor de diez años debe dormir no menos de diez
horas diarias, su vigilia tiene tan sólo 14 horas, de las cuales la vida
escolar absorbe alrededor de ocho. Las rutinas antes de dormir arrancan,
durante el año académico, alrededor de las 19.30 para chicos que aterrizaron en
sus casas, con suerte, un par de horas antes -reflexiona Mauer-. De allí que el
interrogante pierde sentido porque, fácticamente, la tarea para el hogar no
cabe en el organigrama vital que le estamos proponiendo. ¡Le queda tiempo
cero!", concluye enérgica.
Para Mauer, los chicos quedan enredados en una rutina acelerada
y sin respiro, "en la que no queda tiempo libre, tiempo suelto, no
enjaulado", como decía con mucha agudeza María Elena Walsh.
INTERNET, UN "PROFESOR" EN LAS SOMBRAS
Ni siquiera pueden imaginárselo. Para los niños de la era
digital, Internet es parte de sus vidas. Socialmente, el chat y las redes de
comunicación, como Facebook, son aliados casi irreemplazables, y lo mismo
sucede si de tareas escolares se trata: la Web es la gran proveedora de
información y algo más también.
Lo cierto es que en la era de Internet, más allá del rol que
puedan cumplir los padres en la ayuda diaria de los trabajos que los alumnos
deben realizar en los hogares, es fácil confundir la búsqueda de información en
la Red con el famoso copy/paste, es decir, copiar y pegar.
De hecho, y también en Francia, la polémica en torno de las
tareas escolares estalló hace algunos años cuando se conoció públicamente el
lanzamiento de un sitio llamado www.faismesdevoirs.com (hazmisdeberes.com), en
el que el estudiante tan sólo tenía que enviar el enunciado de la tarea
encomendada por el profesor y, en el plazo máximo de dos o tres días, recibía
el trabajo resuelto (todo por un precio que oscilaba entre los 5 y los 30
euros).
Aunque, hay que advertirlo, la
mayoría de las veces no hace falta pagar nada. Sólo con un buen acceso a
Internet es suficiente, tanto que el plagio de tareas simples hasta complejas
monografías se ha extendido como una plaga en las aulas. Tanto es así que
muchos profesores utilizan programas informáticos para detectarlo. "Una
vez reconocí en un trabajo de un alumno extractos de una nota periodística que
yo misma había hecho, y con copiar en Google algunas líneas comprobé lo que
sospechaba. Había párrafos enteros plagiados en un trabajo que, se suponía, era
una tesis final", contó Leticia Márquez, periodista y profesora de la
carrera de Periodismo de una universidad porteña..
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