Del aprendizaje de la cultura a la cultura del aprendizaje
Para comprender mejor la relevancia social del aprendizaje y por lo tanto de la importancia de sus fracasos, podemos comparar el aprendizaje humano con el de otras especies.
Las distintas especies de dos mecanismos complementarios para resolver el problema de adaptarse a su entorno:
· La programación genética que es un mecanismo eficaz ya que desencadena en pautas de conductas muy complejas, por ejemplo, reconocimiento y huída ante depredadores, pero a su vez genera respuestas muy rígidas que no pueden adaptarse a condiciones nuevas. Este es un mecanismo básico, generalmente en especies inferiores como insectos e invertebrados
· El otro mecanismo adaptativo es el aprendizaje, es decir la posibilidad de modificar o moldear pautas de conducta ante los cambios que se producen en el ambiente. Es más flexible, por lo tanto más eficaz a largo plazo, por lo que es característico de las especies superiores, que deben enfrentarse a ambientes más complejos.
Podemos decir sin duda que la capacidad de aprendizaje, junto con el lenguaje, el humor, la ironía y algunas otras virtudes, constituyen el núcleo básico del acervo humano, eso que nos diferencia de otras especies.
Esas capacidades cognitivas son imprescindibles para que podamos adaptarnos razonablemente a nuestro entorno inmediato que es la cultura de nuestra sociedad, sin esas capacidades de aprendizaje no podríamos adquirir Cultura y formar parte de nuestra Sociedad.
La función fundamental del aprendizaje humano es interiorizar la Cultura para así formar parte de ella.
Nuestros procesos de aprendizaje no son solo producto de un preparación genética eficaz sino también de nuestra capacidad.
Gracias al aprendizaje, incorporamos la Cultura que a su vez trae incorporadas nuevas formas de aprendizajes.
Siguiendo a Vigotsky nuestro aprendizaje responde, no solo a un diseño genético, sino, sobre todo a un diseño cultural: cada Sociedad, cada Cultura genera sus propias formas de aprendizaje. De esta forma, el aprendizaje de la Cultura acaba por conducir una Cultura del aprendizaje determinada.
Las actividades de aprendizaje deben entenderse en el contexto de las demandas sociales que la generan.
Si observamos un escenario concreto de aprendizaje como un momento en el tiempo, notaremos que el supuesto deterioro del aprendizaje de nuestra Sociedad es más aparente que real: lo que ayer era culturalmente relevante hoy quizá no lo sea. No solo cambia culturalmente lo que se aprende, sino también la forma en que se aprende.
Forma y Contenido son en el aprendizaje como dos espejos uno frente al otro que para no provocar perplejidad deben reflejar las dos caras de una misma imagen.
Si lo que ha de aprenderse evoluciona y lo hace a gran velocidad, y nadie duda de ello, la forma en que ha de aprenderse y enseñarse también debería evolucionar y esto quizá no suele asumirse con facilidad, con lo que el espejo refleja una imagen un tanto deteriorada del aprendizaje.
Debemos comprender mejor la necesidad de generar una nueva cultura del aprendizaje que atienda a las demandas de Educación de la sociedad actual, tan diferente en otras épocas.
Hay que conocer esas nuevas demandas, no solo para atenderlas sino también para situarnos críticamente frente a ellas.
No se trata de adaptar nuestras formas de aprender y enseñar a lo que la sociedad exige, sino también de modificar esas exigencias en función de nuestras propias creencias y de nuestra propia reflexión sobre el aprendizaje, en vez de seguir vanamente los hábitos y rutinas de aprendizaje que aprendimos antes.
Una forma más enriquecida de pensar la Cultura del aprendizaje, es repensar en vez de repetir, o sea RECONSTRUIRLA.
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